BARCELONA.- El Barcelona se consagró hoy, sin jugar, como campeón de la Liga española de fútbol luego de que el Real Madrid empatara por 1-1 contra el Espanyol y se quedara sin posibilidades matemáticas de alcanzarlo en la tabla de posiciones.
El equipo dirigido por Tito Vilanova, y que lidera Lionel Messi, que mañana se enfrentará al Atlético de Madrid, obtuvo el vigesimosegundo título de su historia y el cuarto en las últimas cinco temporadas, cuando aún le quedan por disputar cuatro encuentros.
El Real Madrid se ubica entonces a siete puntos del líder, con dos partidos jugados más y sólo cuando le quedan dos encuentros por jugar. Por lo tanto, es imposible para los de Mou poder defender el título conseguir en la temporada pasada.
El equipo blanco, todavía golpeado por la eliminación en semifinales de la Liga de Campeones y en medio de una crisis interna, le puso fin a una lucha sin demasiado sentido y ahora está enfocado exclusivamente en la final de la Copa del Rey del viernes contra el Atlético, donde reposa su única esperanza de títulos de la temporada.
El conjunto de José Mourinho permitió que el Barcelona se consagrara campeón con un nuevo tropiezo como visitante, condición en la que resignó nada menos que 23 puntos a lo largo del campeonato.
En tanto, el Espanyol, conducido por el mexicano Javier Aguirre, cortó una racha de dos derrotas consecutivas y se convirtió de manera paradójica en el socio ideal de su máximo rival de la ciudad.
El uruguayo Christian Stuani abrió la cuenta para los dueños de casa (22 minutos) y el argentino Gonzalo Higuaín decretó la igualdad definitiva (58').
El Real Madrid afrontó el partido con la mayoría de precauciones esperables, ya que dentro de seis días definirá el título de la Copa del Rey contra el Atlético.
Jugadores como Mesut Özil o Sami Khedira ni siquiera formaron parte de la lista de convocados mientras que otros cracks de la talla del propio Cristiano Ronaldo o Xabi Alonso iniciaron el duelo sentados en el banquillo.
Gonzalo Higuaín, Luka Modric, Angel di María y Kaká intentaron llevar la batuta de un equipo sin demasiado espíritu y repleto de suplentes.
Apenas se habían jugado 15 minutos cuando surgió el primer y gran dolor de cabeza para Mourinho: el francés Raphael Varane sufrió una torsión en su rodilla derecha y tuvo que abandonar el campo inmediatamente.
La presencia del galo en la final del viernes es ahora seria duda y, consecuentemente, disparará un nuevo debate sobre la figura de Pepe, vetado en los dos últimos partidos oficiales por el propio técnico luso.
Mientras el Real Madrid no podía generar ni una ocasión clara de peligro, el Espanyol aprovechó su acercamiento al área rival y rompió la paridad en el resultado.
El uruguayo Christian Stuani se aprovechó de un balón muerto en el área después de un tiro de esquina y definió con un tiro certero al corazón de la portería, cuando Diego López estaba desparramado sobre uno de los palos.
Poco después, el mexicano Héctor Moreno anotó un segundo gol para los anfitriones, pero el árbitro Ignacio Iglesias Villanueva anuló el tanto a causa de una supuesta falta del defensor sobre Xabi Alonso.
El partido se encaminó así hacia el descanso sin poder realizar una ocasión clara de peligro.
En la segunda mitad, Mourinho decidió el ingreso de Cristiano Ronaldo y, en apenas segundos, la estrella blanca generó desequilibrio: fue la víctima de la falta con la cual Luka Modric lanzaría un centro venenoso al área y Gonzalo Higuaín anotaría el empate con un buen cabezazo.
Ya en el último cuarto de hora, el Real Madrid apenas generó peligro con un par de tiros libres truncos de Cristiano y ni siquiera la expulsión de Víctor Sánchez (90 minutos) sirvió como estímulo para la remontada blanca.
El Real Madrid terminó de bajar los brazos en la liga y ahora habrá lugar para la celebración del campeón Barcelona. (DPA)